El Teatro Caupolicán estaba
convertido en toda una catedral, donde los feligreses de la religión Punk
tenían como objetivo escuchar y vibrar junto a Marky Ramone, uno de los últimos
exponentes de la mítica banda neoyorquina The Ramones, toda una leyenda de este
género.
Marky es uno de fundadores de esta
gran banda, una de las pioneras del movimiento punk, razón suficiente para no
perderse este gran evento, donde tuvo un compañero de lujo: Michale Graves, el
último gran vocalista de Misfits, la gran banda de horror-punk.
Que mejor manera para calentar
motores que poner en la parrilla a lo más granado del punk chileno. Todo partió
con la sólida presentación de Machuca, siguiendo con los Peores de Chile, banda
que venía de una larga ausencia para reencontrarse con sus fanáticos. La banda
liderada por Pogo encendió a al público con sus clásicos como “Chicholina” y
“Síndrome Camboya”, los que fueron coreados de principio a fin.
Más tarde fue el turno de los
Fiskales Ad Hok. La banda liderada por Alvaro España dejó la escoba con toda su
potencia y rebeldía, reflejada en sus más recordabas canciones, como “Lorea
Elvis”, “Eugenia” y su cover de Los Prisioneros “La cultura de la basura”.
Finalmente llegó el momento para ver
lo que todos esperaban. Era el turno para Marky Ramone y Michale Graves, que
partieron de manera potente con una batería de éxitos de The Ramones, que todos
nos sabíamos de memoria. Sólo clásicos, como Psycho Terapy, Rockaway Beach,
Breat on The Brat, Blitzkrieg Bop y archiconocido I Wanna be sedated, que
fueron cantados por Graves.
Luego de un receso, fue el turno de
Graves para interpretar las canciones de su ex banda The Misfits, pero de
manera acústica, cosa que en un comienzo no fue muy alabada por el público,
pero más tarde cambiaron de parecer y le aplaudieron su gran presentación.
Al momento de despedirse, el gran
Marky tira sus baquetas al público y dice adiós a todos los presentes. Fue una
gran velada llena de Punk rock.
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